jueves, 14 de diciembre de 2017

En donde caen las estrellas...

Como luces adyacentes, cegando, encandilando una tras otra, nuestras mentes juegan sus cartas continuamente. Desparramadas en terrenos desaparecidos ellas descansan, la desesperación las ha llevado a vivir en un éxtasis donde el estruendo mas potente es aquel que perdura en el silencio.
El juicio se ha perdido y las voces ya no se oyen como antes, los sonidos se escapan por los rincones rotos donde antes solían rezar.
En un juego de trampas y delirios la realidad se muestra como tal, lo pronunciado verdad se convirtió en universal y todos pelean por tener su lugar en el tablero. Un terreno de trincheras, donde las verdades absolutas son infinitas y todo el mundo pretende ser centinela de quien adula.
El orgullo de pregonar palabras que llenen el pecho es algo muy diferente a pregonar las que dejan agujeros en ellos, por esta diferencia es que siempre observo de afuera, por toda la guerra que en silencio he presenciado.
Con tiempo he construido mis caminos, y con mucho sudor he alcanzado mis propios terrenos desaparecidos, donde solo yo puedo ver, puedo escuchar y asimilar lo que sucede alrededor.
He presenciado batallas que, hasta el día de hoy,  sus cenizas liberan el calor de aquel día donde todo explotó. Las estrellas fugaces y  navegantes se sumergían en la tierra y resurgían de los escombros, devastadas, ensangrentadas, ansiosas por ver todo arder. Donde dos se enfrentaban, la que asestara el golpe mas duro, aseguraría que mas como ella filaran tras de si. Pero esta lo sabia muy bien, sabia que su figura se desmoronaría en algún momento y aun así sostuvo sus armas, asegurando a sus filas que sus intenciones eran las únicas verdaderamente puras mientras que momentos antes había dado fin a algunas estrellas por la espalda.
Es abrumador ver tanta desesperación y tanto desastre, pero es aun mas critico ver como las mentes se comportan como títeres cuando por naturaleza son estrellas fugaces, dominadas por convicciones que creen ser fugaces e ignorando que esta es una condicional natural de cada una de ellas. Donde los altaneros y los que con palabras embelesadas inyectan veneno, construyen una una verdad que nadie conoce, pero que por necesidad se establece como absoluta, destruyendo el pensamiento y la razón. Se muy bien en donde caen las estrellas, y recuerdo muy bien aquel día donde comenzaron a caer.